Los científicos indican que las toallas que usamos constantemente para secarnos el cuerpo y la cara son un cultivo de todo tipo de hongos y bacterias que acumula la piel y secreciones anales, salivales y urinarias, también de agentes patógenos y ácaros. Esta tela esponjosa es ideal para proliferar bacterias porque tienen los requisitos para mantener con vida a los microbios: temperatura cálida, agua, pH neutro y oxígeno.
El cuerpo también tiene las condiciones necesarias para la supervivencia de los microbios, por esa razón estamos cubiertos de microorganismo desde los pies a la cabeza, el oxígeno del ambiente más los residuos celulares sirven para que las bacterias se puedan alimentar. La humedad aporta un pH neutro, esto favorece su reproducción y supervivencia.
La mayoría de las bacterias no causan daños a la persona, porque pertenecen al propio cuerpo, pero se multiplican rápidamente. Todo cambia cuando se comparten las tollas, el cuerpo puede quedar expuesto a los microbios del otro, esta tela acumula gérmenes que están presentes en el baño, incluyendo las del inodoro.
Las sabanas y toallas transportan virus y bacterias
Se realizaron estudios en hospitales, los cuales confirmaron que las sabanas y toallas, transportan virus y bacterias. Aunque los hogares no son ambientes con un riesgo alto, los paños pueden ser una fuente de preocupación. Según un sondeo en el año 2015 el 44 % de las mujeres cambian la toalla y la sabana una vez a la semana, pero un 47 % lo hace dos veces en un mes, hasta menos.
No hay datos que especifiquen exactamente cada cuanto se deben cambiar las toallas y las sabanas, pero si hay evidencia que existen riegos de infección. Desde enfermedades, generadas por la bacteria Staphylococcus aureus y la Escherichia coli. Para minimizar los riegos, los expertos recomiendan lavar las toallas más de una vez a la semana.